26.2.14

The Wolf of Wall Street (2013) de Martin Scorsese



Exceptuando el amor que demostró por Melies en su encantadora Hugo, a Scorsese le gusta diseccionar el alma de gente perversa y ubicarnos en el incómodo lugar de entender sus desbordes (los de ellos y los de él). Antes de seguir aclaro que soy incondicional de sus relatos y entro fascinado en esas mentes que me propone Marty. De los pelos, como por un tubo, lo que no impide que cada caso me sorprenda por el despliegue narrativo, estético y de todos los rubros técnicos al servicio de la historia. Espero sus proyectos con ansias desproporcionadas desde que se anuncian. Y cuando se me pregunta por mis actores preferidos DeNiro y DiCaprio integran mi lista SÓLO en las películas en las que los dirige este director.
Y acá vamos.
Al universo de las finanzas ingresa el joven Jordan Belfort (personaje real en cuyo autobiografía se basa el guión) y desde su ingenua mirada hasta su clarísima conciencia de cómo dominar el sistema corrupto al que ingresa, esta es (otra) crítica feroz a las relaciones de poder y sus abusos descarados. Como siempre, queda en el espectador (para eso el último plano de esta película) la reflexión acerca de las consecuencias que semejantes descontroles provocan. Cada secuencia acumula sexo (mucho, machista, grosero), drogas (muchas, varias), ambiciones, miserias y codicia (en grados superlativos) durante tres horas. ¿Es esto divertido? Sí, aunque no sólo “divertido”, si es comedia o no (está nominada en esta categoría en los Globos de Oro) me inclinaría por definirla como sátira. Para la diversión lo tenemos a Jonah Hill que es un interesante partener de Leo de quien sobran los adjetivos para reconocerlo como el Gatsby (ah, no… Esa era otra película bastante mala!) IDEAL. Matthew McConaughey en su gran escena contractual en la introducción vuelve a recordarnos que dejó atrás al bobito con el que se hizo famoso, para aprovechar cada segundo con una entrega propia de un grande de la actuación. Como con Infiltrados (y varias otras) se quedó en las mágicas manos de Thelma Schoonmaker (la montajista), por lo menos una hora del primer corte presentado… Y esto también nos habla de una manera de trabajo donde hay lugar para la improvisación (sobre todo en el personaje de Hill) y de una temporalidad que no remite a esa horrible sensación tan contemporánea de “miniserie televisiva condensada”. Acá todo se piensa cinematográficamente. El (siempre TAMBIÉN) elegante uso de una exquisita selección de canciones y banda sonora; la fotografía donde el colorido y movimiento en cada puesta de cámara siempre aportan a belleza y múltiples sentidos a la narración.

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