Una película francesa sobre el conflicto Israel / Palestina de una directora desconocida podía caer en un insoportable y bienintencionado panfleto antibélico como muchas producciones de las que (prejuiciosamente) trato de mantenerme lejos.
Pero esta va más allá. De la corrección política (la que sostiene con precisa distancia) y sobre todo del mensaje pacifista al que se arriba preocupándose porreplantear el conflicto a partir de un juego argumental sobre LA IDENTIDAD. Así un absurdo planteo del destino (¿? del guión) enseguida se instala en los personajes con un peso trágico que obliga a dos familias a replantearse sus tradiciones, religiones, posiciones políticas, raza, cultura en gral y largo etc. Un sutil manejo de las tensiones nos ubica como testigos compasivos de decisiones que cada personaje debe enfrentar y muchas veces cierta ironía se apodera de nuestra mirada. No imagino que pasará con la identificación que puede provocar en algunos colectivos comprometidos con las ideologías que aquí se contraponen. La elegante puesta en escena, desde los planos y el cuidado (excesivo) de los diálogos, hasta mis temores de que todo se desbarranque, me emocionaron gracias al trabajo de un ensamble actoral en estado de gracia. Estamos ante un relato coral, sin estereotipos, con una banda sonora de la que tampoco se abusa, humana en sentido más radical del término, donde todos nos podemos sentir identificados, incluso por las tragedias históricas que nos constituyen como sociedad y familias… Las buenas intenciones, a veces, cuando no se las subraya de manera grosera, dan pequeñas y sensibles películas como ésta.
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